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TODO ESTÁ ALLÍ
Es muy pequeño, pero está todo allí. Lo puedo tocar a través de los poros del papel fotografía. Como dije, las cosas de una en una, porque las alborotan las palabras ahora que se han quedado quietos los actos, los días y las noches.
En la casa de mis abuelos no se cenaba pavo ni se cenaba gallina. O tal vez sí. Sé que bajo la luz, y puedo tocar el frío en el que se concentran los olores, vuelven a ser posibles de recorrer con los pies las distancias hasta la luz amarilla. La misma luz brillante de allí arriba, no alcanzada, incitando como un eje a estar, quizás, en el inimitable centro.
Desde allí, sólo permaneciendo como metáfora, como carne presente, como candil, trayectos en el aire.
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